Nos habíamos alejado últimamente mucho ya de
Orlando. Durante el verano os he hablado de Alemania, de Inglaterra, de Francia o de Finlandia, hemos dado vueltas por toda Europa pero habíamos dejado de lado el gran viaje que pude realizar en invierno del año pasado a la capital mundial del ocio y la diversión en Florida (EEUU).
Vuelvo pues a esas tierras para empezar una pequeña saga en la que me dedicaré a analizar y hablar a fondo de uno de los parques estandarte en dicha capital, uno que no puede ser olvidado en cualquier mochila o maleta de park-freak si se pasa por Orlando y que os puedo asegurar que sin ser un parque temático gigantesco o con demasiadas pretensiones, os ofrecerá seguro una jornada entera de diversión con temática acuática y marina.
Hoy pues, en
Bloggercoaster, empiezo el análisis de
SeaWorld Orlando, el paraíso de los amantes del mundo marino, del agua y de la flora y fauna que, en Florida, adquieren un sentido realmente tropical y nos ofrecen bonitas postales en uno de esos tantos parques que aúna, en mejor o peor medida, la muestra de animales con las rides y las coasters por igual.
Aroma marino en plena Orlando
Nos encontramos ante uno de los parques con temática más marcada y concisa de los que podemos encontrar alrededor del mundo. Por todos es sabido ya que
SeaWorld (su propio nombre lo aclara) nos hablará de mar, de criaturas marinas, de flora y fauna que podamos localizar en los océanos repartidos por todo el mundo. Un auténtico rincón con toques tropicales, aunque intenta ampliación a ampliación alejarse un poco del estereotipo y mostrar más fauna relacionada directamente con el agua, sí, pero alejada de las costas o las profundidades marinas. En definitiva, si adoras lo azul, el agua y ese olorcito de costa mañanera,
SeaWorld Orlando es tu parque y hoy vamos a empezar a visitarlo:
Posiblemente este sea a su vez el parque temático más céntrico de la ciudad (una ciudad que, valga decirlo, ya de por sí tiene una especie de over-booking de parques temáticos y de atracciones, amén de una gran cantidad de opciones para el ocio en general como gigantescos centros comerciales, acuarios o cines).
Llegar a
SeaWorld os será muy sencillo, con tomar un taxi e indicar el nombre enseguida os plantaréis a las puertas del recinto, puertas que dicho sea de paso ya nos muestran una clara actitud costera (¡que no coastera!) con un bonito e icónico faro decorado con theming de rocas marinas y foquitas en su base:
El acceso, como ocurre en la gran mayoría de parques norteamericanos, lo haremos previa revisión de nuestras pertenencias por parte de trabajadores de seguridad del parque. Una vez hecha la comprobación, tendremos vía libre para presentar nuestro ticket previamente adquirido on-line (como fue mi caso) o comprado en las taquillas, habilitadas a escasos metros de la zona de tornos de acceso:
¡Ya estamos dentro de
SeaWorld! ¿No oléis un poco el salitre en el ambiente? De acuerdo... yo tampoco, pero no es problema, todo lo que pueda tener relación con las costas o el mar está aquí reunido. Barquitas, embarcaderos, casas de madera de uno o dos pisos genialmente pintadas y rincones tropicales con un montón de palmeras. El acceso a
SeaWorld Orlando es muy fresco y agradable, casi caribeño diría yo:
Debo advertiros que, como veréis en algunas fotografías, mi visita al parque la realicé a mediados de noviembre, por lo que la decoración navideña, pese a tratarse de una zona con un clima subtropical, también estaba presente ya engalanando alguna de las plazas y calles del parque. Intenté esquivarla al máximo (por aquello de respetar la pureza del parque), pero en ocasiones se colaba algún muñeco de nieve traidor. Es solamente para que lo tengáis en cuenta:
Tras un par de edificios iniciales y algunos recintos dedicados a animales genuinamente marinos como los pelícanos o los flamencos (¡olé!) nos plantamos de lleno en la que fue la flamante y exitosa novedad de
SeaWorld Orlando en un ya lejano 2009, la increíblemente fotogénica
Manta:
Y aunque hoy no os hablaré a fondo de ella (como ya sabéis, siempre me reservo los análisis de credits para más adelante), si que os puedo decir que es un credit que no defrauda en absoluto. Con el toque típicamente familiar que otorgan los suizos
B&M a este tipo de coasters para parques temáticos, pero con la suficiente garra e intensidad que pueden convertirlo en un credit peleón, de los que aceptan riddear un segundo ciclo, pero no un tercero. Por cierto aprovecharé que hice ráfaga de fotografías en algún rincón del parque para introducir un nuevo elemento en el blog, los
GIFs animados:
A los pies de
Manta, entre sus soportes, encontramos no solamente el enorme edificio de colas en cuyo interior localizamos varios acuarios con mantarrayas de diferentes clases nadando alrededor de nosotros, sino también pequeños edificios de servicios, isletas de palmeras y vegetación evidentemente tropical y pequeños puestos como este ingenioso
Sea Spray:
Podéis ver hasta ahora que
SeaWorld es un parque que se toma en serio el theming. Quizás no hasta los extremos casi barrocos de parques como
Magic Kingdom o
Islands of Adventure, pero si de un modo mucho más práctico y accesible, con cierta consonancia cromática y temática (cosa muy loable para un parque que carga a sus espaldas ya con más de 40 años de vida.
Investigando especies exóticas
El parque ya nos ha regalado un pequeño y ligero aperitivo, nada más y nada menos que una flying-coaster de
B&M y almenos media docena de especies agrupadas en aves y pequeños mamíferos, pero es momento de que el parque tematizado en las zonas acuáticas del mundo muestre sus auténticos valores y nos enseñe qué contiene en su interior.
Nos acercamos, por ejemplo, a
Stingray Lagoon, donde nos veremos cara a cara e incluso podremos tocar auténticas mantarrayas en un ecosistema preparado específicamente para poder recibir tal impacto tanto para nosotros como para esta difícil especie:
Bajo los amplios porches de
Stingray Lagoon encontramos grandes piscinas de agua salada de más o menos un metro de profundidad y en cuyo fondo podemos ver discurrir decenas de mantarrayas de distintas clases y tamaños con el consiguiente acto de quedar totalmente boquiabiertos (más todavía cuando tenemos en cuenta que si tenemos la suerte de que una de ellas se acerque a la superfície, podemos llegar a tocarlas):
Dicho sea de paso, el parque hace una gran labor para conservar al máximo posible el entorno salvaje y aislado de este tipo de animales, por lo que recomienda no contribuir demasiado a que el animal se pueda estresar mediante carteles informativos y trabajadores vigilando permanentemente la zona. No, no nos podemos llevar una mantarraya a casa.
Justo enfrente de
Stingray Lagoon encontramos un entorno dedicado al 100% a los delfines, bajo el sugerente nombre de
Dolphin Cove y, de nuevo, con la posibilidad de acercarnos a los animales hasta tenerlos prácticamente a nuestro lado:
La sorpresa que nos reserva este
Dolphin Cove viene dada por un patrón que repite hasta la saciedad el parque, en una extraña obsesión por hacer cercanos todos los espacios donde convivan los animales con nuestro entorno como visitantes. Si nos acercamos a uno de los laterales del enorme estanque donde juegan y saltan los delfines, veremos que un cartel nos invita a una visión subacuática:
Y sí, efectivamente, si seguimos las indicaciones nos plantaremos en un agradable espacio con iluminación mínima y amplios cristales a través de los cuales estaremos viendo las profundidades de esta
Dolphin Cove y, por consiguiente, los delfines en su entorno más natural:
Realmente, más allá de las rides y coasters, hay que valorar muchísimo el golpe de efecto que se nota a leguas que
SeaWorld sabe dominar a la perfección con espacios como este, aprovechando al máximo el contacto que el visitante puede tener con los animales, yendo más allá de donde puede ir cualquier delfinario que nos encontremos en parques o zoológicos en Europa. La visión panorámica de esta cristalera ofrece unas vistas completas del nado y recorrido de estos animales a través del fondo marino recreado perfectamente para la simpática especie:
Si logramos desprendernos de esta zona acristalada (algo difícil, ya que es realmente adictivo observar estas criaturas y sus gráciles movimientos subacuáticos) podremos localizar a escasos 20 metros del acceso otra entrada, decorada con un precioso arco azulado, recreando una enorme ola marina y anunciándonos
TurtleTrek, la que fue la novedad de 2012 del parque y, no os lo negaré, una de esas rides que le dejan a uno un regusto la mar de agradable al salir de ellas:
Como os he dicho antes, volvemos a jugar con las alturas y a entrar en un acceso a través de una pasarela cubierta que, en espiral, nos va bajando de altura cada vez más y más hasta soterrarnos bajo tierra por completo. Mucho ojo con el detalle de 1) Cubrir la zona de futuras colas con una superficie de madera que proteja del sol o de las inclemencias meteorológicas y 2) Ofrecer ventiladores que ayuden a apaciguar las altas temperaturas que puede adquirir la zona en épocas estivales (como siempre, tomen nota...):
Una vez a media docena de metros por debajo de la tierra contemplaremos entornos que recrean el ecosistema básico de este tipo de animales (las gigantescas tortugas marinas), con especies que miden fácilmente el medio metro de envergadura y que se mueven por debajo del agua de manera mucho más dinámica de lo que uno puede pensar viéndolas en la superfície o en la playa. Todo un espectáculo para la vista:
A lo largo de 2 acuarios de unos 15 metros de longitud veremos un entorno con tortugas marinas y otro con manatíes, otra de esas especies que me faltaba en la colección de
"animales vistos en la realidad" y que puedo ya tachar de la lista. Estos dos entornos acristalados, a la vez, sirven como antesalas para el acceso a la sala principal de
TurtleTrek, y es que dicha ride no es más que un simulador, aunque con unas condiciones un poco especiales. Tomad vuestras gafas 3D:
Se nos invita a adentrarnos en una gran cúpula blanca iluminada ligeramente por luces que imitan el movimiento del agua. En el centro un ride-op del parque nos aplica un par de instrucciones (nada más allá de lo típico) y en apenas un par de minutos toda la sala queda llena de gente.
Turtletrek es un espectáculo visual y sensorial, por lo que lo único que hay que hacer es permanecer de pie, ponerse las gafas de visión 3D y disfrutar del espectáculo:
Y creedme si os digo que realmente es un espectáculo. Disfruté muchísimo con la película, en animación 3D fotorealista y con una recreación de espacios muy lograda. Narra la clásica historia de una tortuguita desde su nacimiento hasta el encuentro con toda la flora y fauna que habita el fondo marino durante su crecimiento hasta hacerse adulta. Me transmitió muchísimo sentimiento, mucha emoción y, ante todo, una enorme cantidad de conscienciación ecológica (que viene a ser el trasfondo sobre el que se posa
SeaWorld por completo).
Al salir alucinado de la sala, una pequeña rampa espiral y encontramos otra de esas genialidades arquitectónicas. Si antes estábamos bajo tierra observando tortugas y manatíes, ¿qué tal si ahora paseamos por una pasarela de madera y cambiamos el punto de vista?
Tras este fabuloso encuentro con una naturaleza tan lejana (sobretodo para alguien meramente mediterráneo como es mi caso), el parque se ocupa de mostrarnos, de una manera quizás más discreta, un animal del que muchos parques suelen abusar en cuanto a espacio y en este caso es todo lo contrario. Me refiero a los caimanes y cocodrilos, que encuentran aquí un enorme estanque con fértiles y húmedas planícies alrededor que les permiten disfrutar de su merecido descanso en busca de los (escasos ese día) rayos de sol:
El parque nos transporta de lleno de un entorno natural y exótico como pueden ser las costas caribeñas o los oceanos lejanos a un lugar más fantasioso con apenas atravesar un vial de unos 100 metros de longitud. A lado y lado del mismo localizaremos zonas de bonitos jardines, palmeras y diversas especies de reptiles, repartidas en varios recintos debidamente protegidos:
Tan solo habremos recorrido un cuarto del espacio total del parque, pero ya en este punto y tras la prueba de
Manta, TurtleTrek o
Dolphin Cave,
SeaWorld nos habrá metido en su bolsillo particular.
Aunque no nos apresuremos a lanzar juicios, pues lamentablemente allá donde hay gloria y esplendor probablemente encontraremos en breve sombras y resquicios de mediocricidad. ¡Aquí vienen!
Desvarios temáticos irrelevantes
Resulta que llega
SeaWorld Orlando, un parque que hasta ahora nos había sorprendido gratamente ya que sin mostrarnos su elemento más conocido a lo largo del mundo (las elegantes orcas), nos había encandilado y hechizado por completo con su belleza tropical y, de repente, nos da un par de bofetadas en la cara, como si nos gritara:
"¡Despertad, insensatos!".
Dos bofetadas como dos manchurrones en un blanco mantel, como dos olivas en un plato de arroz, como dos botones en la blanca nieve. Dos bofetadas con nombre propio:
Journey to Atlantis y
Kraken.
Lamentablemente el parque peca con claridad de no saber gestionar del todo sus atracciones mecánicas, no solamente con el ejemplo que veremos a continuación, sino con el resto del recinto también. Y de repente nos planta la excusa de situarnos en una especie de fantasiosa y colorista
Atlantis (demasiado inspirada quizás en el mundo griego) para colarnos un edificio tan tosco y cantoso como es
Journey to Atlantis, la water-coaster de
Mack Rides que os analizaré ya en su momento pero que os puedo adelantar que es mala no, lo siguiente:
Insustancial, irremediablemente estirada en una historia que no tiene ni pies ni cabeza y con un climax de apenas unos segundos para un ciclo que bien puede llegar a durar 10 minutos (lo cual es una eternidad en este tipo de rides). Ya os la explicaré más adelante.
Cambiamos de tercio y si ya nos habíamos quedado en shock ante la horrenda mancha temática de
Journey to Atlantis, ahora el mazazo lo recibimos en forma de azulada criatura mitológica alimentada por la antaño genialidad de los maestros
Bolliger&Mabillard. Me refiero como no podría ser de otra manera a la hermana casi gemela de nuestro
Dragon Khan, la famosa
Kraken:
En un futuro no muy lejano os hablaré un poquito más de ella y, pese a que me pareció ligeramente mejor conservada que
Khan, sí que he de decir que como pasa con el caso del dragón de la Costa Daurada los años se notan, las intensidades envejecen, los tramos se endurecen, las transiciones se notan y, en general, la incomodidad está presente en esta floorless que, como apreciaréis a continuación eso sí, no deja indiferente a ningún fotógrafo que se acerque a contemplarla de cerca, con puntos tan bonitos y fotogénicos como este:
No me malinterpretéis,
Kraken no me pareció mala en absoluto, al contrario, me dejó bien impregnado de aquella esencia noventera que cargan coasters de la época como
Nemesis o
Kumba y que tanto maravillaron a millones de personas en su momento. Es solamente que
B&M empieza a acusar lo que muchos nos hemos negado a pensar de unos años para acá: las coasters de la marca suiza empiezan a envejecer y a no ser tan brillantes y suaves como lo fueron antaño. Qué hacer o no hacer con ellas, es harina de otro costal.
Hielo y nieve en plena Florida
Corramos un tupido velo por encima de semejantes tumores temáticos y volvamos la vista hacia aquella zona que parece irradiar cierto frescor desconocido. Dejamos atrás los colores cálidos y azulados de la tierra mediterranea para avistar, a no más de 50 metros de distancia, montículos de hielo y nieve cada vez más cercanos a nuestra posición. Y es que nos adentramos poco a poco en el área de
Antarctica:
Me parece un prodigio realmente plausible el intento de
SeaWorld Orlando con la inversión y construcción de esta sencilla pero a la vez espectacular zona. No solo estamos hablando de recrear uno de los elementos más difíciles en cuanto a theming hablamos como es la fría y húmeda nieve o el desafiante hielo, sino que además se hace en uno de los parques más cálidos del mundo, donde alcanzar los 30 grados centígrados es algo totalmente normal durante los 365 días del año.
¿Cómo lograr esta ilusión?
Antarctica es realmente un reino para todos aquellos amantes de los trucos y tejemanejes llevados a cabo por la genialidad de los
imagineers, las mentes pensantes que transforman un páramo solitario y vacío en todo aquello que quieran con apenas un toque de color, de theming o de elementos decorativos. El ejemplo más claro empieza desde justo antes de adentrarnos en estas atractivas paredes de blanco y azulado hielo, mirad sino como el mismo suelo se tiñe poco a poco de pálidos colores:
Ahora sí, entramos por completo en
Antarctica, una mini-área que cumple estrictamente con la normativa no escrita que define este tipo de instalaciones tan de moda últimamente: una tienda, un restaurante, una major ride y unos servicios. Fin.
Empecemos por nuestra derecha, donde se encasta en el hielo una sencilla fachada del edificio correspondiente a la tienda de souvenirs del lugar, bautizada como
Glacial Collections:
En ella localizaremos algo en lo que
SeaWorld me demostró ser un auténtico experto (como el 99% de los parques norteamericanos): vender merchandising.
Camisetas, peluches, tazas, vasos, libretas, miniaturas, puzzles, gafas de sol,... todo aquello que podáis imaginar y tener en mente, está en esta
Glacial Collections y con un elemento común imprescindible para la zona donde nos encontramos, los pingüinos:
¡Tomen nota de ello, mayoría de parques medianos-pequeños de Europa!
Mil y un pingüinos
Llegamos al punto álgido de la visita, donde ese extraño cosquilleo de probar lo más nuevo e innovador se te mete por la espalda y te recorre de arriba a abajo. Aunque sea algo mediocre, aunque sea una minucia, la reacción es siempre la misma:
"no puedo esperar a riddearlo YA".
Se nos presenta ante nosotros
Antarctica - Empire of the Penguin, otro de esos intentos por parte de
SeaWorld Orlando de ofrecernos un espectáculo visual y sensitivo pero a la vez inculcarnos una moraleja, un propósito, un objetivo claramente ecologista y respetuoso con el medio ambiente de esta especie tan y tan maltratada en los últimos años por el ser humano.
Aquí hay dinero invertido. Mucho dinero. El problema es que habrá puntos de la ride en los que os preguntaréis dónde exactamente está invertido, lo cual denota cierta irregularidad en las inversiones que hacen que haya detalles magistrales en contraposición de pequeños parches faltos de cierta dinámica.
Fijaos sino en la propia entrada de la ride. ¿Soy yo el único que ve el pingüino gigante hecho de roca y nieve observando como entramos por el resquicio de roca? Lo dicho, magistral:
Una vez dentro de la "ride",
Empire of the Penguin nos conducirá por varias salas de precarga, habilitadas para grupos de unas 30-40 personas y donde mediante proyecciones y una espectacular maraña de nieve artificial en forma de cavernas nos rodeará por completo:
Allí se nos presentará a
Puck, una cría recién nacida de pingüinos
gentoo, una especie típica de la zona en la que nos "encontramos". Se nos presenta el entorno, las enormes llanuras de hielo y nieve así como el papel fundamental que juega el mar en esta especie tan desconocida pero a la vez tan enternecedora:
Acto seguido accedemos a la zona de carga, donde se distribuye al público en cabinas de precarga donde se nos pasará un vídeo instructivo a las 8 personas que disfrutaremos de la ride en el coche respectivo, ya que esa es la capacidad por coche que tiene esta especie de simulador/dark-ride.
Ante todo, el hielo y los colores azulados del entorno no dejan jamás de estar presentes bajo bellas y escultóricas formas de tematizado cemento:
Lo dicho, capacidad para 8 personas. Como podéis observar los coches, alimentados 100% con electricidad, tienen forma totalmente circular y un diseño bastante simple aunque efectivo. Los coches tienen movimiento circular de 360º y a su vez se inclinan unos 20º, ofreciendo una experiencia de movimiento total (de ahí que los asientos estén equipados con cinturones de seguridad, para facilitar una sujeción completa y segura:
Los coches son movidos por sensores y sin raíles, por lo que la suavidad del movimiento es total, oscilando de lado a lado a través de varias salas decoradas de manera exquisita con formaciones de hielo, colores LED, pantallas a través de las cuales vemos crecer y desarrollarse al pequeño
Puck:
La aventura se resuelve tras un intenso e interesante climax al llegar de nuevo a la luz y la claridad de una última caverna blanca y resplandeciente, correspondiente al final de nuestro trayecto. Un final que viene protagonizado por la presencia de la enorme sala climatizada donde encontraremos medio centenar de pingüinos distribuidos en varios espacios llenos de hielo y nieve (esta vez reales) y que campan a sus anchas como los señores del lugar:
No os lo voy a negar:
Empire of Penguin está quizás algo sobrevalorada. De hecho, quizás lo más atractivo y sorprendente no es en sí la ride (que sí, es bonita y bien llevada, pero tampoco llega a dejarte atónito como sí consiguen otras de su especie), sino el hecho de adentrarnos al final en esa helada cavidad repleta de animales perfectamente aclimatados. El hecho de tenerte que adaptar a su entorno, su temperatura y su humedad y no a la inversa, como ocurre en la mayoría de espacios zoológicos, es algo digno de admirar y genialmente llevado por
SeaWorld Orlando.
Salgamos ya de esta brillante novedad 2013 y dediquémonos a contemplar lo poquito que nos queda ya de esta mini-área temática llamada
Antarctica. Nos queda por ver
Expedition Café, un restaurante que bebe directamente de una tendencia que llevan últimamente los parques temáticos norteamericanos ofreciendo un mismo recinto para 3 o 4 mini-restaurantes temáticos donde pagamos por aquello que queramos comer (atención al hielo fracturado que se simula en el suelo, toda una delicia):
Me explico: al entrar nos encontraremos en un mismo ambiente 4 pequeños puestos parecidos a pequeños bares y en cada uno de estos puestos podremos pedir menús o platos sueltos ambientados en temáticas distintas (por ejemplo: pescados, comida asiática, verduras, bocadillos, etc.). En mi caso, por ejemplo, decidí orientalizar un poco mi dieta ese día y comprar un arroz con pollo teriyaki, un rollito de primavera, un refresco y una galletita de la suerte:
En total creo que me salió por unos 18 dólares, que al cambio vendrían a ser unos 12€, un precio realmente razonable y más teniendo en cuenta que la comida estaba ciertamente exquisita. Si visitáis esta zona, es recomendable que carguéis las pilas de vuestro cuerpo aquí ya que
Antarctica (y por consiguiente
Expedition Café) se encuentran casi en el centro del parque.
Algún que otro detalle como el clásico árbol de flechas con distintas direcciones y longitudes marcadas en él:
E incluso un simpático (y fugaz) encuentro con la botarga dedicada especialmente al lugar, un simpático pingüino que se prestará a hacerse fotografías con los más pequeños que se encuentren en el lugar:
Y con esto y poco más nos encontramos ya en la otra punta de
Antarctica, el lado opuesto a aquella entrada en la que se nos mostró un degradado blanquinoso y que ahora nos devuelve de nuevo a la visión marina y tropical de
SeaWorld Orlando:
Un parque temático que, como podéis ir observando, se nutre de la belleza indiscutible de los entornos recreados en él, pero que a la vez peca de quererse adentrar en mundos tan inhóspitos y difíciles de gestionar como es la diversión para los más jóvenes de la família.
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De momento dejo aquí el interesante análisis de
SeaWorld Orlando, mediante el cual hemos podido ver algunas de sus más importante major rides así como 3 de sus 4 credits (sí, todavía nos queda otro por ver, aunque parezca mentira).
Nos quedamos más o menos a la mitad del parque, a las puertas de conocer el que es el reclamo más importante, conocido y utilizado del parque: las orcas. Animales que hace ya décadas que no vemos en nuestro país y que, sin embargo, sí que se pueden encontrar en varios parques de Norteamérica.
No os alejéis demasiado del blog, porque en bien poquito tiempo os volveré a invitar a sumergirnos en estas turbulentas aguas a bordo del galeón de
Bloggercoaster.